viernes, 15 de abril de 2011

gente fascinada por la clasificación (parte1)

Tarde o temprano hay que citar a Georges Perec. Seguramente mucho de su obra.
Fragmentos de Pensar/Clasificar (Georges Perec, Ed. Gedisa, 1986, España), libro que en sí mismo habría que citar casi por completo:



"V) Las inefables alegrías de la enumeración

En toda enumeración hay dos tentaciones contradictorias; la primera consiste en el afán de incluirlo TODO; la segunda, en el de olvidar algo; la primera querría cerrar definitivamente la cuestión; la segunda, dejarla abierta; entre lo exhaustivo y lo inconcluso, la enumeración me parece, antes de todo pensamiento (y de toda clasificación), la marca misma de esta necesidad de nombrar y de reunir sin la cual el mundo ("la vida") carecería de referencias para nosotros: hay dos cosas diferentes que sin embargo son un poco parecidas; podemos reunirlas en series dentro de las cuales será posible distinguirlas.
Hay algo de exultante y de aterrador a la vez en la idea de que nada en el mundo sea tan único como para no poder entrar en una lista."

"P) Cómo clasifico

Mi problema con las clasificaciones es que no son duraderas; apenas pongo orden, dicho orden caduca.
Como todo el mundo, supongo, tengo a veces un frenesí del ordenamiento; la abundancia de cosas para ordenar, la casi imposibilidad de distribuirlas según criterios verdaderamente satisfactorios, hacen que a veces no termine nunca, que me conforme con ordenamientos provisorios y precarios, apenas más eficaces que la anarquía inicial.
El resultado de todo ello desemboca en categorías realmente extrañas, por ejemplo, una carpeta llena de papeles varios con la inscripción "PARA CLASIFICAR"; o bien una gaveta etiquetada "URGENTE 1" que no contiene nada (en la gaveta "URGENTE 2" hay unas viejas fotografías, en la gaveta "URGENTE 3", cuadernos nuevos).
En sínteis, me las arreglo."

"2.5 Como los borgianos bibliotecarios de Babel, que buscan el libro que les dará la clave de todos los demás, oscilamos entre la ilusión de lo alcanzado y el vértigo de lo inasible. En nombre de lo alcanzado, queremos creer que existe un orden único que nos permitiría alcanzar de golpe el saber; en nombre de lo inasible, queremos pensar que el orden y el desorden son dos palabras que designan por igual el azar."

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